Cuatro razones por las que las empresas cambian de agencia de comunicación

 

Una relación duradera se basa en la comunicación interna entre agencia y cliente: hablar con un lenguaje común, conocer el sector, no caer en la adulación y justificar el presupuesto es la clave

 

El 11% de los clientes quieren cambiar de agencias, según el estudio bianual PR Scopen 2017. Periódicamente las empresas analizan qué han hecho bien, qué gastos han sido inútiles y cuáles les han dado buen resultado. Y en este análisis miran con lupa a las agencias de comunicación y sus informes deben demostrar que su trabajo ha servido para mejorar los negocios de sus clientes. No obstante, a veces la conclusión es que se ha terminado la relación y necesitan buscar un nuevo partner de comunicación para poder seguir creciendo e incrementando el valor de la empresa.

 

Hemos llegado a la conclusión de que esta pérdida de sintonía se debe en la mayoría de los casos a las siguientes cuatro razones:

 

Habla idiomas diferentes.

 

Muchas veces los expertos en comunicación se olvidan de que su rutina no es la de sus clientes, por lo que no tienen (ni deben) estar al día de todas las novedades del sector, ni de los tecnicismos que se emplean. Muchas veces a la empresa, sobre todo si es pequeña, le da vergüenza preguntar o decir que no están entendiendo el planteamiento de la agencia. Una incomodidad que acaba por construir un muro entre ambas partes y hace sentir a la compañía que no está frente a su proveedor ideal.

 

Puede parecer paradójico que algunas agencias que venden comunicación no sepan explicarse ante sus clientes, pero es una situación que lamentablemente ocurre a menudo y que genera mucha frustración, ya que por un lado la marca siente que va a ciegas y que no sabe por lo que está pagando; mientras que la agencia se siente incomprendida y atada de pies y manos a la hora de ejecutar acciones que sabría que darían un buen resultado pero que el cliente no da su OK para llevarlas a cabo.

 

Afán por gustar.

 

Algunas agencias adoptan una postura poco proactiva y muy aduladora que acaba cansando a las empresas. Nunca hay que tener miedo a llevar la contraria a una marca, siempre y cuando se haga con respeto y conocimiento de causa. A fin de cuentas una compañía contrata a una agencia porque no puede o no sabe ocuparse de su comunicación, por lo tanto debe de estar dispuesta a escuchar y dejarse asesorar. Contratar a una agencia que no aporte nada nuevo y se limite a ejecutar sin más no enriquece y acaba por convertir al responsable de comunicación en un perfil dispensable. Si somos expertos hay que demostrarlo y si toca contradecir para aportar, pues ¡adelante!

 

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Conocimiento sobre el sector.

 

Las empresas también destacan que a menudo las agencias se ponen las pilas al principio de su relación investigando a la competencia pero luego se relajan y dejan de aportarles un feedback interesante para su crecimiento. Las pymes necesitan saber que las estrategias que plantea la agencia son fruto de la reflexión, el análisis y la observación de lo que hacen los competidores.

 

El presupuesto.

 

La comunicación tiene que entenderse como una inversión y no como un gasto, cuando esto no ocurre la relación entre agencia y cliente está condenada al fracaso. Es imprescindible que los expertos en comunicación hagan valer su trabajo y expliquen muy bien a sus clientes el retorno que pueden esperar. “Generar falsas expectativas puede crear un clima de desconfianza y desilusión difícil de remediar. La comunicación ayudará mucho a las empresas a mejorar en notoriedad, visibilidad y credibilidad pero tiene un precio y nadie trabaja gratis. No estamos hablando de un servicio caro, pero tampoco de que se deba regalar”, defienden desde el portal.

 

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