¿Tienes calados a tus clientes? ¿Estás seguro?

 

Somos fruto de nuestra generación y esto se refleja en la forma de consumir

 

La mayoría de las empresas jurarían una y mil veces que conocen a la perfección a sus clientes, pero no deberían estar tan seguras. Un alto porcentaje de las decisiones de compra se producen de manera emocional y ese es un terreno bastante voluble, ya que lo que te gusta un día al cabo de un mes te puede horripilar, simplemente porque tu percepción sobre lo que te llevó a sacar la tarjeta de crédito ha cambiado.

Gracias a las redes sociales, el big data, ecommerce… a las nuevas tecnologías en general, las marcas tienen acceso a un sinfín de datos sobre su público objetivo que antes desconocían. Unas informaciones que les pueden ayudar a definir el perfil de su target pero que en ningún caso son dogmas. En la era digital todo cambia muy rápido y los seres humanos no somos inmunes a ello, de hecho, una de nuestras características es ser volubles.

 

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En este escenario, las empresas están obligadas a estudiar continuamente a los consumidores y a ser flexibles para ir adaptando sobre la marcha sus estrategias de comunicación y marketing a las posibles modificaciones que puedan aparecer. Estamos hablando de un proceso de revisión e investigación constante e imprescindible pero que sin duda ayudará a las marcas a ahorrarse tiempo y disgustos.

Tipos de errores

No hay un error por antonomasia, pero sí podemos enumerar una serie de fallos que se suelen dar con bastante asiduidad entre las empresas, independientemente de su sector o tamaño. Vamos a listarlos:

  • No acertar con el tono
  • Ofrecer un contenido que no es percibido como interesante o de valor
  • Utilizar canales y/o plataformas que nuestro target no usa
  • Apostar por formatos ajenos al día a día de nuestro público
  • Lanzar mensajes genéricos que no «emocionen» al receptor
  • No tener en cuenta las opiniones de los consumidores
  • Publicar contenidos cuándo nadie los va a consumir
  • Adoptar una postura agresiva comercialmente
  • No aprovechar herramientas que ayudan a saber qué quiere el consumidor, como por ejemplo, las encuestas online
  • No observar a la competencia: qué hace y qué reacciones obtiene

Y por encima de todo, las marcas tienen que ser empáticas y no dejarse llevar por las costumbres, la tradición o «lo que siempre ha funcionado bien». Nosotros no nos parecemos a nuestros padres, ni ellos a nuestros abuelos… ¿verdad? Todos consumimos de forma diferente porque somos fruto de nuestra generación. En otras palabras, si una estrategia consiguió ser un éxito en ventas en los 60, lo más seguro es que ahora no obtenga el mismo resultado.

¡Investiga! ¡Escucha! ¡Habla con tu target!

No hay más misterios si lo que quieres es venderle lo que está dispuesto a comprar.

 

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