Expertos inmobiliarios creen que detrás de la nueva Ley de Vivienda hay una criminalización de la propiedad privada

La nueva Ley de Vivienda pactada por PSOE y Podemos y de la que se conocieron detalles hace apenas unas horas, tendrá consecuencias negativas para el sector inmobiliario. “La única medida acertada es la ayuda de 250 euros mensuales durante dos años para jóvenes de menos de 35 años que quieren emanciparse. Todo lo demás es un ataque sin precedentes a la propiedad privada y a los inversores, sean o no fondos, que dejarán de invertir en activos inmobiliarios. Se devaluará el mercado de la vivienda, tanto de venta como de alquiler”. Es el análisis del consultor inmobiliario Eduardo Molet sobre unas medidas que cree desafortunadas, y sostiene que la mejor regulación de precios es la que ofrece el propio mercado. “La solución a los problemas de acceso a viviendas de alquiler pasa por eso y por una mayor inversión pública en vivienda social”.

Molet cree que la inseguridad jurídica y la incertidumbre que generarán estas medidas son proporcionales a su populismo. “Los grandes tenedores de vivienda solo son un 7% de los propietarios. El resto son particulares con menos de las 10 viviendas sobre las que se pone el foco en la ley”. Considera que la medida de subir un 150% el IBI a las viviendas que están vacías es una barbaridad y un ataque a la propiedad, y creará desigualdad e injusticia entre las distintas regiones de España, ya que al ser una competencia transferida, habrá ayuntamientos que la aplicarán y otros que no, algo que dependerá de su orientación política. “En definitiva, estamos ante una ley ideológica, no económica o social”, sentencia Eduardo Molet.

El consultor inmobiliario pone como ejemplo lo ocurrido en grandes ciudades europeas, como Berlín o París, donde estas medidas, que en algunos casos han sido incluso declaradas inconstitucionales, han deteriorado el mercado de la vivienda y no han frenado las subidas de precios del alquiler. “En la capital alemana los precios de venta se hundieron, cayendo hasta un 35%. Y eso, lejos de incentivar el alquiler, provocó el efecto contrario: la oferta de vivienda se desplomó, los propietarios no querían alquilar o invertir en reformas para poder hacerlo, y cada vez era más difícil encontrar un piso en alquiler”.

Eduardo Molet teme que en España acabe pasando lo mismo. “Al final, el resultado de todo esto será que desaparezca del mercado una parte muy importante de la oferta, y que se deteriore el parque que quede: pisos sin reformar y para los que cada vez será más difícil encontrar inquilinos”. El mejor control de precios que existe es el del propio mercado, que se regula solo, asegura el consultor. “El equilibrio entre la oferta y la demanda se alcanza en mejores condiciones cuando el control gubernamental es menor. En nuestro sistema es como mejor funciona”.

Share