Cuando el CEO hace peligrar la imagen de marca

 

Cualquier empresa necesita ganarse la confianza de su público pero no sólo de él, ya que si nos centramos en los emprendedores nos daremos cuenta que para ellos es vital conseguir el reconocimiento de los inversores y del mercado en general para poder tener un futuro. Una aceptación que llega con el tiempo y con la implantación de una buena estrategia de comunicación que tenga en su centro la relación con los medios.

Los medios de comunicación tienen un gran peso en la creación y mantenimiento de la reputación de una empresa. Ellos la hacen visible, real, respetable, cercana y generan una confianza muy difícil de lograr por otras vías. No obstante, los departamentos de comunicación a veces se encuentran con una traba complicada de solventar y que necesita de mucha mano izquierda. Estamos hablando de los CEOs, que con sus acciones pueden poner en jaque la imagen de una marca.

No sólo nos referimos a aquellos directivos que no confían en la comunicación y que, por lo tanto, no invierten en ella; sino en aquellos perfiles a los que les gusta brillar más que su propia empresa o a los que sus declaraciones les llevan a ponerse en su contra a clientes, empleados, proveedores y competencia.

Y en la Era Digital ahora es muy fácil que cualquier pequeño traspiés alcance unas dimensiones espectaculares. En este sentido, muchos expertos en comunicación piden calma a los CEOs antes de lanzarse a verter sus opiniones en la red. Lo primero es que el directivo reciba una formación del uso de estas plataformas y se le comunique muy bien los efectos adversos que sus comentarios pueden provocar en la reputación de su empresa. Algunos temas es mejor dejarlos de lado, como puede ser la política o la religión, y centrarse en declaraciones sobre temas de actualidad dentro de su sector.

También es importante medir la visibilidad que gana un CEO, para evitar que sobresalga más que su empresa. Debe construirse un tándem en el que la marca siempre salga reforzada y no quede diluida. Es importante que un CEO se muestre al día en las nuevas tecnologías y forme su propia marca personal pero siempre teniendo en cuenta que no puede hacer sombra a su empresa y que tiene la responsabilidad de cuidar lo qué dice y no dejarse llevar por un «calentón» porque en casos así su figura empezará a convertirse en un perfil tóxico para su propio negocio y para aquellas compañías relacionadas con él, como pueden ser los partners o proveedores.

 

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Todo esto sin olvidar el papel de los empleados y la desafección que puede provocar entre ellos y  la marca para la que trabajan. Ante determinadas acciones o declaraciones algunos trabajadores pueden sentirse ofendidos y alejarse emocionalmente de la empresa lo que acabará por afectar a su rendimiento y al resultado final de su esfuerzo. Un CEO nunca puede avergonzar a sus trabajadores porque estos se le podrían poner en contra y en situaciones así a veces la comunicación interna no lo es todo, se necesita de mucha psicología, del paso del tiempo y, a veces, de algo de suerte para reconducir las relaciones entre la marca y su plantilla.

Todo CEO, al igual que todo trabajador, es un activo para su empresa. Es evidente que no todos podemos ser Steve Jobs, pero sí podemos evitar convertirnos en un lastre para nuestro propio negocio. El liderazgo no es fácil pero hay que llevarlo a cabo pensando siempre en el beneficio común.

 

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